Alquilar una vivienda no siempre es tan sencillo como encontrar un piso que te guste. En muchos casos, los propietarios exigen garantías adicionales para protegerse ante posibles impagos, y es ahí donde entran en juego los tipos de aval para alquiler. Como inquilino, puede que te sientas perdido entre términos bancarios, seguros y compromisos que no siempre entiendes del todo.
En esta guía te explicamos de forma clara y directa qué tipos de aval para alquiler existen, qué implicaciones tienen para ti y cuál podría ser el más adecuado según tu situación personal.
Si estás buscando piso o te acaban de pedir un aval, sigue leyendo: entender tus opciones puede marcar la diferencia entre firmar ese contrato o perder una oportunidad.
Cuando te enfrentas al proceso de alquilar una vivienda, es común que el propietario o la agencia inmobiliaria te pidan algún tipo de garantía adicional. Esa garantía es, en muchos casos, un aval para alquiler, una forma de asegurar que cumplirás con tus obligaciones de pago.
Un aval es un compromiso, firmado por un tercero (puede ser una persona, una entidad financiera o incluso una aseguradora), que responde por ti si no puedes pagar el alquiler.Las obras urgentes son aquellas que deben ejecutarse de inmediato para evitar un perjuicio mayor o un riesgo para los vecinos. Un ejemplo típico son las humedades en la fachada de la comunidad, que pueden provocar filtraciones, deterioro estructural o incluso problemas de salud si afectan a las viviendas.
En otras palabras, es una garantía adicional que da tranquilidad al arrendador: si tú no pagas, alguien más lo hará.
Los propietarios quieren minimizar riesgos, especialmente cuando alquilan a personas que no conocen. Solicitar un aval es una forma de asegurarse de que, ante un posible impago o incumplimiento, tendrán respaldo económico. Suele pedirse en situaciones como:
- Inquilinos sin historial de alquiler previo.
- Jóvenes o estudiantes sin ingresos fijos.
- Autónomos o profesionales con ingresos variables.
- Extranjeros recién llegados sin referencias locales.
Es importante no confundir el aval con la fianza o con el depósito adicional. La fianza es obligatoria por ley (una mensualidad como mínimo), mientras que el aval es una garantía opcional que puede exigirse como condición adicional. El depósito adicional, por su parte, es una cantidad extra que el propietario puede pedir como refuerzo, aunque también debe estar justificado y regulado.
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A la hora de alquilar una vivienda, no existe un único tipo de aval. Dependiendo de tu situación económica, tu relación con el propietario y la flexibilidad del contrato, podrás optar por distintas formas de garantía. A continuación, te explicamos los principales tipos de aval para alquiler, con sus ventajas e inconvenientes desde el punto de vista del inquilino.
Es uno de los avales más conocidos y también uno de los más exigentes. Se trata de un documento emitido por una entidad bancaria que garantiza el pago del alquiler en caso de que el inquilino no cumpla.
Tú, como inquilino, solicitas al banco que actúe como avalista. Para concedértelo, el banco suele exigirte tener una cierta cantidad bloqueada como garantía (entre 6 y 12 mensualidades), además de cobrarte una comisión anual.
- Requiere solvencia económica demostrable.
- Puede tener un coste elevado.
- Suele tardar días o semanas en tramitarse.
- A veces se exige en contratos de alto valor o con inquilinos sin nómina.
Este tipo de aval consiste en que una persona cercana a ti (normalmente un familiar) firma un compromiso por escrito para responder económicamente si tú no puedes pagar el alquiler.
- No hay intermediarios financieros.
- Puede formalizarse mediante contrato privado o documento notarial.
- El avalista asume el mismo riesgo que si fuera el titular del contrato.
- Es gratuito, pero puede generar tensiones personales.
- El propietario puede no aceptarlo si busca garantías más formales.
Al alquilar una vivienda, algunos propietarios aceptan garantías de impago como alternativa al tradicional aval bancario. Este mecanismo protege al arrendador frente a posibles impagos del alquiler y otros perjuicios económicos, pero es importante distinguir entre una garantía y un seguro de impago, ya que no son lo mismo.
A diferencia del seguro, que está sujeto a condiciones, exclusiones y tiempos de espera, la garantía de impago ofrecida por empresas como Finaer actúa como un aval directo: si el inquilino deja de pagar, el arrendador cobra de forma inmediata y sin demoras.
En el caso de Finaer, la cobertura es efectiva desde el primer mes de impago y se extiende a otros costes como daños a la vivienda o gastos legales. Todo ello sin las restricciones típicas de los seguros tradicionales.
Desde el punto de vista del inquilino, una garantía de impago como la de Finaer puede ser más accesible y flexible que un aval bancario o un seguro de impago:
- No requiere inmovilizar grandes sumas de dinero, como ocurre con un aval bancario.
- Permite el pago mensual de la prima, sin asumir costes elevados de forma inicial.
- Ofrece tranquilidad, tanto para el inquilino como para el arrendador, al contar con una cobertura clara y efectiva.
En algunos casos, será el propietario quien contrate la garantía. En otros, se te puede pedir a ti como inquilino que la gestiones, convirtiéndose en una fórmula de aval alternativa.
Además de la fianza legal, algunos arrendadores piden una cantidad extra como garantía adicional. Aunque no es estrictamente un “aval”, actúa como tal, ya que el propietario podrá quedarse con ella en caso de impago o desperfectos.
Puntos clave:
-Debe estar regulado por la normativa autonómica.
-No puede ser desproporcionado (aunque no siempre se respeta). D
-ebe depositarse o justificarse correctamente.
No todos los inquilinos tienen la misma situación económica, laboral o personal. Por eso, no existe un aval único que sirva para todos. Elegir el más adecuado depende de tu perfil, de lo que te exija el propietario y de los recursos que tengas disponibles. Aquí te damos algunas orientaciones prácticas según diferentes casos:
Perfil habitual: trabajador por cuenta ajena con ingresos regulares.
Aval recomendado:
- Aval bancario (si el propietario lo exige y puedes permitírtelo).
- Seguro de impago si prefieres evitar trámites bancarios y aportar una solución más rápida.
💡 Consejo: puedes negociar directamente con tu contrato laboral y tus últimas nóminas, y ofrecer referencias de alquiler anteriores como alternativa al aval.
Perfil habitual: ingresos variables, sin nómina fija.
Aval recomendado:
- Seguro de impago de alquiler (es más accesible y no requiere ingresos constantes).
- Aval personal si tienes alguien de confianza con solvencia.
💡 Consejo: aporta justificantes de ingresos (modelos 130, facturas, historial bancario)
Perfil habitual: sin ingresos propios o con becas/trabajos esporádicos.
Aval recomendado:
- Aval personal de padres o tutores.
- Depósito adicional pactado con el arrendador.
💡 Consejo: acompaña el aval con cartas de compromiso o referencias académicas si vas a alquilar en ciudades universitarias y solicita servicios como Appfini que entienden el perfil estudiante.
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